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COLECCIÓN BAZAN Y BUSTOS

La Colección Bazán y Bustos, reunida entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, por el Obispo riojano Abel Bazán y Bustos (1867-1926) es la más importante colección privada de arte en la Arquidiócesis de Paraná. Integrada por gran cantidad de pinturas - muchas de reconocidos artistas americanos y europeos - esculturas y objetos variados, representa un fondo artístico de notable valor, que podremos ir conociendo a través de este sitio. La publicación de las obras se irá haciendo de forma periódica.

Sobre la colección 

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JUANA DE ARCO - GIOVANNI BROGGI (1853-1919)

Busto en mármol y alabastro - S. XIX

 

Esta escultura en mármol y alabastro de 50 cm. de alto, obra del escultor italiano Giovanni Broggi (1853-1919), es una de las numerosas reproducciones del siglo XIX inspiradas en la pieza del escultor francés Henri-Michel-Antoine Chapu que representa a Juana de Arco como campesina en Domremy, mientras oye en oración las locuciones divinas. La obra de Chapu, actualmente exhibida en el Museo de Orsay de París, tuvo grandísimo suceso en ambiente académico, al punto de que numerosos escultores la tomaron como modelo, reproduciéndola en su totalidad o en forma de busto, como en este caso. La pieza, adquirida en Italia por Mons. Bazán y Bustos, es una de las dos reproducciones idénticas de Giovanni Broggi realizadas alrededor del año 1900. El obispo, que la apreciaba grandemente, la describe así: "Modelar una estatua en líneas puras, precisas, correctas, es ya algo; pero dar expresión al mármol, infundirle con la belleza plástica espíritu, movimiento y vida, es propio de la inspiración y del genio, que no se hereda, ni con el estudio se adquiere. Hay en este mármol de Juana de Arco una armonía tal, un concierto tan acabado de líneas y claroscuro, que encanta y embelesa. El paño que cubre su cabeza, el pelo, cejas, ojos y labios equilibran la albura inmaculada de su faz y de su cuello; y todo este conjunto injertado en un tronco de alabastro de color, imitando a perfección la vestimenta de una aldeana, comunica al mármol una viveza, un realismo emocionante. Y luego esa pureza impecable de líneas, ese ligero y gracioso movimiento de curvas que realza y espiritualiza la materia, esa morbidez que la ablanda y suaviza, sin menoscabar la serena, digna y majestuosa severidad de su semblante, esa elegancia sencilla y reposada que raya en el sublime, y sobre todo la llamarada de fuego que se escapa de su mirada, ha convertido el trozo de mármol en una persona real, viva, que para hablar sólo espera haya pasado la visión que tiene arrobada su mente. El mármol se ha estremecido, ha palpitado bajo la mano del artista, que ha hecho circular ondas de vida a través de sus facciones, y en golpe magistral ha encendido en sus pupilas la chispa del pensamiento y creado el sublime religioso que para y sobrecoge involuntariamente al observador, y le infunde, a pesar suyo, un no sé qué de extraordinario que no sabría definir, pero que mucho se parece a admiración y respeto, a veneración inconsciente y misteriosa" ("Arte", nº 191).

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ESCULTURA EN MARFIL DE LA VIRGEN ASUNTA

AUTOR ANÓNIMO - S. XIX

 

Pequeña escultura en marfil de 15 cm. de alto, de autor desconocido. Mons. Bazán y Bustos la describe en su libro "ARTE" (1919) con estas palabras: "La estatuilla, sólo esculpida por delante y lisa por detrás, adorable en las facciones de su rostro, de expresión suavísima, y modelada con todo acierto también en sus bellísimas manos, muestra el movimiento de la curva en la vestimenta, que se hincha y flota como agitada por el viento, en pliegues y ondulaciones amaneradas, pero donosas y simpáticas en su misma exageración" (pág. 139). 

 

Se trata de una representación de la Asunción de la Virgen María en estilo barroco. La Madre de Dios es llevada al cielo sobre una nube en la que asoman tres querubines, luciendo una corona sobre su cabeza, pese a que la "Coronación" de María se entiende posterior a su Asunción. Entre los querubines y los pies, una pequeña pieza de madera completa la ilusión de la nube mediante la aplicación de ocho fragmentos redondeados de nácar. 

 

El dogma de la "Asunción de María" a los cielos fue proclamado por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950, y consiste en que la Inmaculada Madre de Dios, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Es una de las fiestas marianas más importantes del año litúrgico, y  se celebra el 15 de agosto. 

MINIATURA ESCUELA FRANCESA

AUTOR ANÓNIMO

        Pintura sobre pergamino

S. XIX

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Retrato de dama. Miniatura de 7 x 6 cm. Témpera sobre hoja de pergamino. Marco ovalado de madera con cristal. Se trata de una de las miniaturas francesas adquiridas en Francia por Mons. Bazán y Bustos para su colección. En las cuidadosas descripciones que hace de de estas pequeñas piezas, expresa su gusto por el arte más allá de los motivos propiamente religiosos.

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MEDALLÓN DE NÁCAR

CRISTO RESUCITADO 

AUTOR ANÓNIMO

      Relieve en Madreperla -S. XIX

 

Medallón en una sola pieza de nácar de 7,5 x 6,3 cm. con representación en relieve de la Resurrección de Jesucristo. El nácar es un material orgánico-inorgánico de color normalmente blanco con reflejos irisados; frágil y bastante fácil de cortar y trabajar. Es el mismo material con el que los moluscos forman las perlas cuando recubren los elementos extraños que se introducen en ellos, de allí su nombre de "madreperla". Procedente de los caparazones de las ostras y otros moluscos, es muy utilizado en joyería.

 

El medallón, de diseño ovalado, está enmarcado con diseños en relieve y calados en la parte inferior y remate superior con motivo de palmeta. La escena representa a Cristo que resurge de la muerte sosteniendo en una de sus manos el estandarte de la victoria; a sus pies el sepulcro vacío, y a derecha e izquierda los soldados encargados de la vigilancia, según el testimonio del evangelista Mateo, quien narra que los sumos sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato para pedirle que vigilara el sepulcro, al recordar que mientras vivía, Jesús había anticipado que al tercer día resucitaría. Temiendo que sus discípulos robaran el cuerpo y engañaran a la gente, Pilato puso a su disposición soldados para la vigilancia (Cf. Mt 27, 62-66).

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EL REDENTOR MUERTO - ALFREDO BIAGINI (1886-1952)

Busto en mármol - S. XX

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Obra del reconocido escultor romano Alfredo Biagini, forma parte del grupo de obras de carácter religioso a que el artista dedicó los últimos años de su vida. La escultura mide 38 cm. de alto. El obispo Bazán y Bustos la describe así: "¡Acaba de morir! Con el último suspiro ha exhalado también su alma, inclinando su coronada cabeza sobre el hombro derecho; los párpados caídos, la nariz adelgazada, la boca entreabierta, los labios exánimes y sueltos, el desencaje de la mandíbula inferior, han impreso a su rostro el sello característico de la muerte. la cabellera, que cae en desorden de uno y otro lado y forma como el marco de la cara, está hecha con arte y gusto. Pláceme sobre todo lo que alguien pudiera tachar de innatural, esa ligera arruga del entrecejo que viene a quebrar la monotonía de lisura que presenta el rostro, y que el artista ha sabido aprovechar sorprendiendo y petrificando esa última contracción, que es como el beso postrero del dolor y la huella de su paso" (Arte, nº 188).

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MINIATURAS SOBRE MARFIL - ESCUELA FRANCESA

S. XIX

Se trata de dos miniaturas (6,5 x 5 cm) de exquisita factura, que reproducen sendas obras de la artista francesa Marie-Louise-Èlisabeth Vigée-Lebrun ( 1755-1842). La primera, copia del retrato de Madame Elisabeth de Francia (hermana menor de Luis XVI) que se encuentra en la colección del Palacio de Versalles, y la segunda, copia del retrato de Madame Molé-Reymond, del Museo del Louvre (obra conocida también como La Femme au manchon).

 

Mons. Bazán y Bustos las consideraba las mejores miniaturas de su colección: "Es algo que embelesa el alma y la deja como absorta, sin acertar a explicarse nunca cómo pueda llegar la mano del hombre a ejecutar obras de tan peregrina belleza y acabada perfección" ."Recia cosa es hacer comparaciones, pero si a hacerlas obligado me viera, y hubiese de optar por la mejor miniatura de mi humilde galería, sin trepidar un instante, la reina o reinas de la fiesta serían estas dos excepcionales pinturas. El diseño, el colorido, el claroscuro, los soberanos contrastes de luz, la finura, la delicadeza, la transparencia, la plasticidad, y casi diría divina diafanidad de las carnes - lo más difícil en pintura - el lujo de variadísimos e imperceptibles detalles, a los que sólo parece pudiera arribar el pincel de un ángel, la suave y donosa gradación, y todo esto animado de vida real, de alma, de espíritu, en una palabra, fulgurando a través de los colores y conversando con el observador que las mira, es algo en realidad que embelesa el alma y la deja como absorta y sumida en honda reflexión, sin acertar a explicarse nunca cómo pueda llegar la mano del hombre a ejecutar obras de tan peregrina belleza y acabada perfección" (Arte, p. 138).

MADONNA - GIUSEPPE GAMBOGI (1862-1938)

Busto en mármol - S. XIX

 

Destacada pieza de mármol de 33 cm. de alto, del escultor italiano Giuseppe Gambogi (1862-1938), catalogada por el obispo Bazán y Bustos con el número 189 de su colección, y descrita con estas palabras: "Admirable busto por la composición de las líneas, viveza de la expresión, armonía de espacios, relieves y claroscuros, suavidad de ejecución y mórbida plasticidad de las carnes. Los pliegues y ondulaciones del manto y del paño o velo que cubren la cabeza y caen sobre el pecho están ejecutados con naturalidad y gracia; nada de dureza, ni esfuerzo, ni estudiada compostura; es verdadera tela que se dobla, recoge, pliega y ajusta con la blandura y suavidad que le es característica. Y luego ¡qué concertada gradación de claros y obscuros, además de los pliegues entre el manto, el paño o velo blanquísimo y el tono un tanto más apagado de la cara! Esta, radiante de juventud, es una beldad que tiene más de divino que de humano. La suave e imperceptible inclinación de su mentón, debido a un movimiento, al parecer, momentáneo e instintivo, hace resaltar aún más y como desprenderse la parte inferior del rostro con una gracia y donosura singular. pero nada tan bello, tan vivo y animado como ese marco de dolor y resignación que tiene el mirar de sus ojos. es una mirada tierna, sensible, penetrante, que se hunde en el alma como un rayo de luz crepuscular y que, en su inmovilidad tranquila y apacible, tiembla y se estremece y hace también estremecer y temblar al que la mira". (Arte, nº 189).

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Escultura en mármol - Autor anónimo

S. XIX

 

Estatua de 1,50 m. de alto representando a Jesucristo en el misterio de su "Sagrado Corazón". La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, tal como la conocemos hoy, cobró impulso durante la segunda mitad del siglo XVII, después de las revelaciones de S. Margarita María de Alacoque (1647-1690).

 

Con motivo de su beatificación en 1864, el Papa Pío IX, extendió a toda la Iglesia la devoción al Sagrado Corazón y mandó celebrar solemnemente una fiesta litúrgica en su honor. En 1920 la santa fue canonizada por Benedicto XV, y en 1956, el Papa Pío XII oficializó y explicó los fundamentos doctrinales del culto al Corazón de Jesús en la Encíclica "Haurietis Aquas", donde expresó: "Innumerables son las riquezas celestiales que el culto tributado al Sagrado Corazón infunde en las almas; las purifica, las llena de consuelos sobrenaturales y las mueve a alcanzar las virtudes todas".

CAMAFEO CON FIGURA FEMENINA

Relieve sobre concha marina - s. XIX

 

Miniatura de 5,5 x 4,5 cm. tallada en forma de camafeo, es decir ovalada, con figura en relieve de mujer. El obispo Bazán y Bustos la cataloga como "Virgen María" lo que parece improbable, dada la correspondencia estilística con representaciones femeninas del arte clásico greco romano, y la ausencia de cualquier atributo iconográfico que permita fundar tal identificación. Se trataría más probablemente de una dama noble romana, cubierta con la característica "palla", que rodeaba el cuerpo a modo de chal y se usaba para cubrir la cabeza cuando se salía del hogar. Mons. Bazán y Bustos la considera una pieza "bien trabajada, con detalles bien marcados y acentuados; líneas purísimas y planos armoniosos y perfectos. Se ha ahondado el tajo o corte, para dar relieve a las carnes o puntos más salientes, y ha sido llevado con delicada suavidad en el último plano, para dar el indispensable relieve y la justa transparencia al ligerísimo velo. El todo es una figura hermosa de corte clásico y propio de una matrona romana de los primeros tiempos del cristianismo, llena de serena majestad" (Arte, nº 177).

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MUJER COBIJANDO A UN NIÑO

Busto en mármol de autor desconocido - origen Italia - S. XIX

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Pieza escultórica de 32 cm. de alto representando a una madre que arrulla a su pequeño hijo dormido. El detalle peculiar de esta obra es el efecto de transparencia del velo que cubre la cabeza del niño.

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Durante el siglo XIX cobró impulso, sobre todo en Italia, la técnica escultórica de las "imágenes veladas", con las que algunos artistas buscaban mostrar el grado de virtuosismo alcanzado en la talla del mármol. Para ello, buscaban representar los cuerpos o las cabezas, cubiertos con un velo sutil, cuya transparencia lograban imitar con una maestría y fidelidad que sigue despertando admiración. Si bien se trata de una técnica antiquísima, volvió a retomarse en la búsqueda de un hiper realismo capaz de generar asombro en los comitentes, aumentando las posibilidades de lograr encargos importantes. En la colección Bazán y Bustos ha sido catalogada con el nº. 187.

CRISTO CRUCIFICADO

Siglo XVI

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Imagen de Cristo en marfil, de 13 cm. de alto, de autor desconocido. En el catálogo de la colección, Mons. Bazán y Bustos lo describe así: "Su autor ha logrado modelarlo con rara habilidad. Se ve en todo el cuerpo - menos en los brazos que son de otro artista muy inferior - una gran armonía de líneas y claroscuro, una morbidez plástica admirable y un movimiento suave y sereno, al mismo tiempo, de curvas y relieves que evidencian un estudio anatómico perfecto. El rostro, si bien expresivo y revelador de espasmódicos dolores, no realiza, a mi humilde juicio, el ideal de conjunción de la naturaleza humana y divina en la persona del Verbo. Prima, a mi modo de ver, la parte humana sobre la divina". (Arte, nº 174).

ECCE HOMO

Giuseppe Gambogi (1862-1938)


Busto en mármol de 32 cm. de alto de Giuseppe Gambogi, que Mons. Bazán y Bustos cataloga como nº 190 y describe así: "La expresión del rostro no deja que desear. Las facciones se han contraído, y recogido sus músculos faciales sin lograr arrebatarle el soberano dominio de sí mismo. Su pelo ensortijado cae blando y sedoso sobre sus hombros en naturales suavísimos relieves. Su boca entreabierta deja escapar como un quejido sordo de angustioso dolor, mientras su alma toda, torturada hasta lo indecible, se asoma a los ojos, vueltos hacia el cielo, para ofrecer a su Padre el holocausto sangriento de su amor para salvar a sus hermanos" (Arte, nº 190).

BRAZALETE

Siglo XIX

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Brazalete de oro formado por siete mosaicos de forma cuadrangular y cantos cóncavos con miniaturas pintadas a mano. Una banda dorada encuadra el perímetro de cada mosaico.  Tres pequeñas argollas engarzadas a la banda, unen los mosaicos, y un broche rectangular plano, cierra el brazalete. 

Los mosaicos reproducen monumentos emblemáticos de la ciudad de Roma: el Coliseo, la tumba de Cecilia Metella de la Vía Appia, la Plaza y Basílica de San Pedro, El templo de Vesta, el Campidoglio, el Panteón y el Foro romano. Dimensiones: siete mosaicos de 2,2 x 2,2 cm. un mosaico de 2,4 x 2,7 cm. Largo del brazalete 20,8 cm.  Se conserva en su estuche original de lámina de cuero en color rojo y seda y terciopelo blanquecino en su interior.

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